El rodaballo, un pez tan apreciado en la gastronomía, muestra su mejor versión cuando se encuentra en un entorno de desafío, como en la presencia de tiburones. Esta analogía es un reflejo vívido de la vida humana. Muchas veces, las personas o situaciones negativas en nuestras vidas actúan como esos “tiburones”, presionándonos y desafiándonos. Sin embargo, es precisamente a través de estos desafíos que a menudo encontramos nuestra verdadera fuerza y propósito.
“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.” – Romanos 5:3-4
Así como el rodaballo, al ser desafiado por los tiburones, presenta una calidad superior, nosotros, al enfrentar adversidades, desarrollamos resistencia, paciencia y fe. Esas personas o situaciones que nos parecen obstáculos en realidad nos están moldeando, afinando nuestro carácter y definiendo nuestra esencia.
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.” – Santiago 1:2-3
Por supuesto, enfrentar a los “tiburones” de la vida no es fácil. Pero la Biblia nos recuerda que no estamos solos en estos desafíos. Dios está con nosotros, fortaleciéndonos, guiándonos y brindándonos la gracia para superar.
“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.” – 1 Pedro 5:10
Así que, la próxima vez que enfrentemos a nuestros “tiburones”, en lugar de desesperarnos, podríamos agradecer por la oportunidad de crecer y fortalecernos, confiando en que Dios está obrando en nosotros, para mostrarnos el propósito y el plan que tiene para nuestra vida.
